Recuérdame, Señor, cuando esté teniendo un mal día, y que parezca que mis jefes o mis compañeros tratan de desesperarme, que se requieren 42 músculos para sonreír y tan sólo cuatro para acomodarles un buen chingadazo. Señor Señor......mándame pena y
dolor, mándame males añejos, pero lidear con pendejos en el trabajo, no me lo mandes señor....
Amen.
Se recomienda rezarla fervorosamente tres veces antes de entrar a las instalaciones del
centro de trabajo, y en aquellos casos difíciles que se presenten durante la jornada.
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